La mayor parte de las culturas del planeta son patriarcales, incluso en las sociedades consideradas más avanzadas el hombre posee privilegios que le son negados a la mujer. Las desigualdades de género y cultura, e incluso las económicas, están incrustadas y se alimentan en los propios sistemas educativos con una instrucción altamente competitiva.
A la mujer le corresponde estar instalada en la posición que le pertenece y sin condiciones, sin maltrato, humillación, desprecio y falta de respeto. Por su parte, a la propia mujer le compete respetar su condición, su cuerpo, y la memoria de tantas otras mujeres que dedicaron sus vidas, en ocasiones perdiéndola, persiguiendo los logros que hoy tenemos una parte de las mujeres del mundo.
En este tiempo corresponde completar el círculo de la igualdad entre todos los seres humanos de todas las culturas. Igualdad y respeto mutuo en cada rincón del planeta en donde haya una mujer.
